Primeras y últimas veces

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La vida de cada uno está punteada de primeras veces y últimas veces, casi nunca recordadas, ni siquiera advertidas en el momento justo en que suceden. Yo recuerdo la primera vez y la última vez que fumé un cigarro. Me acuerdo bien de la última vez que hablé con mi padre por teléfono, pero no de la última vez que lo vi, y eso deja un doloroso espacio en blanco en la memoria. Me acuerdo de la primera vez que oí, en la consulta de un ginecólogo, saliendo de un pequeño altavoz, los latidos secos y muy rápidos del corazón de un hijo mío, y de la primera vez que vi su cara, recién llegado al mundo, los párpados muy apretados, protegiéndose de la primera claridad hiriente del mundo exterior. Tengo un recuerdo muy claro de la primera vez que di por terminada una novela, pero no del último día que pasé en el aula luminosa del instituto de enseñanza media, en el que sin embargo había pasado algunos de los años más estimulantes de mi vida.

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