Ficciones socialdemócratas

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En el primer cuarto de hora de la serie noruega 22 de julioya se han suscitado algunos asuntos esenciales para una sociedad democrática: el impulso hacia la privatización de la sanidad pública, el valor de la acción sindical en la defensa de los trabajadores, la integración de los inmigrantes, la responsabilidad del periodismo informativo y riguroso en la denuncia de los abusos. En España circula la desoladora creencia de que el compromiso político y social de las artes requiere, o al menos justifica, una cierta tosquedad formal y una machacona pedagogía ideológica. 22 de julio, como otras series escandinavas y alemanas, deslumbra por el poderío de sus imágenes, por su fuerza narrativa, por la verdad concreta de cada uno de los personajes, centrales o episódicos. También, hay que decirlo, por un sentido estético a la vez refinado y austero que está en todas las cosas, en los espacios privados y en los públicos, en las barriadas de viviendas sociales con arquitectura de primera calidad, en los interiores de edificios administrativos o centros hospitalarios o escolares.

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