Madrid zombi

Publicado el

No todos los acontecimientos culturales han sufrido los efectos destructivos de la pandemia. Acabo de enterarme de que se está levantando en la ya atroz plaza de Colón una menina gigante que medirá 10 metros de altura y pesará 1.300 kilos, una estructura de aluminio “decorada con lentejuelas y bolas de plata acompañadas de diamantes de plástico translúcido, creación del reconocido diseñador de moda Andrés Sardá”, según asegura no sin entusiasmo un comunicado del Ayuntamiento. Madrid es una ciudad en la que abundan los museos excepcionales y en la que viven y trabajan artistas de mucho talento, pero sus instituciones municipales y regionales llevan muchos años concentrándose en la propagación del horror. Aún me acuerdo de la chispeante estatua de La Violeteraque estuvo plantada en la esquina de Alcalá con la Gran Vía, infamando con su vacua cursilería la memoria de una bella canción, y a diario tengo la desdicha de cruzar la duradera pesadilla de la plaza de Felipe II, en la que se logró la hazaña de cubrir un aparcamiento subterráneo con un espacio tan baldío como otro aparcamiento. La plaza de Felipe II hay que atravesarla sin levantar la vista del suelo, a fin de no encontrarse con esa especie de dolmen inexplicable y esa escultura que demuestran que las parodias y las falsificaciones más baratas de Dalí las perpetró el propio Dalí. Aunque quizás el dolmen daliniano tenga la ventaja de distraer los ojos de la fachada del antes llamado Palacio de los Deportes, ahora bautizado en un idioma extraño como WiZink Center.

SEGUIR LEYENDO >>