También nosotros, asistiendo de lejos a los ataques a Pérez Andújar, nos hemos acordado con bastante melancolía y bastante alivio de lo que pasó hace diez años. Aparte de los muchos insultos y de unas pocas, pero muy valiosas, muestras públicas de cariño -otras fueron a escondidas- me quedan unos cuantos recuerdos.
*Entramos en la plaza Sant Jaume en un coche con los cristales oscuros y vimos a algunos valientes que protestaban a voz en grito contra la presencia de Elvira. Eran unos cien, y se aseguraba que respondían a una convocatoria unánime de 50 asociaciones “de la vida civil”. Tocaban a dos manifestantes por asociación. Llevaban camisetas negras y paraguas negros, al parecer en muestra de luto por la lengua catalana, agraviada por Elvira. Vi dos pancartas, que traduzco:
“Españoles asesinos, volved a África”
“Bilingüismo es fascismo”.
*Asomados al balcón, el alcalde me mostró con fervor una procesión de gigantes y cabezudos, explicándome con amabilidad que los gigantes y cabezudos son un antigua tradición catalana. Yo le informé de que también son una antigua tradición de Úbeda, y de Granada, y de Zaragoza, y de todo tipo de pueblos y aldeas a todo lo largo y ancho del Estado.
+Por toda Barcelona había carteles con la cara sonriente de Carod Rovira, bajo el eslogan: “Hablando se entiende la gente”. Supuse que era una alusión a las conversaciones que este padre de su patria, vicepresidente entonces del gobierno catalán, había celebrado con los etarras todavía bien armados, a fin de pactar con ellos que en Cataluña no mataran, o que no mataran a catalanes, o a catalanoparlantes, no me acuerdo. Un benefactor. Este mismo benefactor dijo que no tenía nada personalmente en contra de Elvira, que el único problema era que ella le faltaba categoría para dar un pregún como el de La Merced.
+Yo me propuse no sonreir en ningún momento. No fue un gran esfuerzo. Alguien se me acercaba con una sonrisa y me decía, como para quitarle hierro a la cosa: “Estos son cuatro chalados”. Yo pensaba: ya. Diez años después todavía lo pienso. Ya.
+Después del pregón hubo una recepción oficial en los jardines de Montjuic. Dos mil personas, más o menos. Eran los años de las recepciones oficiales babilónicas, con cargo al contribuyente. Políticos, empresarios, celebridades de todo tipo. A Elvira y a mí solo se acercaban los camareros. Buscando un baño me topé con Pasqual Maragall. Miró atentamente para otro lado.
+Me acuerdo de personas del mundo literario que sí estuvieron(quizás me acuerdo mejor porque eran bastante pocas, y eso ayuda): Jorge Herralde, Adolfo García Ortega, Pere Gimferrer. Nos saludó muy cariñoso Antoni Gutiérrez. Si me olvido de alguien al cabo de diez años pido disculpas.
+Me acuerdo de Elvira entrando en el salón pomposo del ayuntamiento, con un vestido estampado, un moño alto, un aire frágil y digno, rodeada de guardias municipales con cascos de plumas blancas mucho más altos que ella. La gente que había en el salón rompió a aplaudir muy fuerte, y eso fue emocionante. El pregón no pudo leerlo en el balcón para evitar que los patriotas ultrajados reventaran el acto.