Por alusiones.

Publicado el

He ido a Cracovia porque antes había ido a Katowice, a un festival literario en el que me tocó hablar junto a Cees Nooteboom. Una mañana de llovizna y frío en Katowice paseando por uno de esos espacios inhumanos que el urbanismo del siglo XX legó a las ciudades, viendo torres de pisos de cemento, palacios mostruosos de cultura, campos de deportes en forma de platillos volantes de película de los años cincuenta, todo ennegrecido de humo de gasolina y carbón, todo deteriorado y deslavazado, te enseña más sobre el comunismo que varios libros de historia.

A diferencia de en Katowice, en Cracovia la historia negra del siglo pasado es mucho menos visible. Cracovia no fue bombardeada durante la guerra, y el régimen comunista no dañó irreparablemente su patrimonio asombroso. Un cinturón de jardines públicos rodea el casco histórico, dotándolo además de vistas exteriores que uno no se cansa de mirar, igual que no se cansa de caminar. La vista del Castillo desde la ribera del Vístula, cuando está anocheciendo, es tan imponente, tan cargada de misterio y de bruma, como la del castillo de Elsinor o Helsingor en Dinamarca. Hay buenos restaurantes a precios muy razonables y cafés centroeuropeos para pasar la tarde mirando por una ventana sin más gasto que una taza de té.

En las agencias de viajes, en esos cartelones de mucho colorido, con anuncios de ofertas y paquetes turísticos, entre las fotos pintorescas y la tipografía llena de signos de admiración y listas de precios marcados en rojo, dos palabras unidas resaltan como el perfil de un alacrán:Auschwitz-Birkenau. En un folleto se detallan las ventajas de la excursión. GARANTIZADO: Transporte en autobús con aire acondicionado- Guía especial para Auschwitz-Birkenau- Asistente durante la excursión- Entrada incluida -Precio desde 79 Zloty.

En el mismo folleto hay ofertas de varias excursiones más:una visita a la mina de sal de Weliczka, un recorrido en canoa por el río Dunajec, una subida a una estación de esquí alpino. También se ofrece la oportunidad de disparar un fusil AK-47 Kalashnikov, “great experience on request”. Por la ventana del café vi una fila de cochecitos eléctricos con conductor, muy coloridos, con algo de coches de choque, techados con una lona de colores, sobre la que hay pintada una invitación irresistible: ¡VISITE CON NOSOTROS LA FÁBRICA DE OSKAR SCHINDLER!

En todos los casos hay descuentos para la inscripción por adelantado: EARLY BOOKING DISCOUNTS!