En este día húmedo, con un cielo inmóvil de color ceniza, atardece muy pronto, en torno a las cuatro. He salido del hotel con un mapa en la mano y siguiendo una calle muy europea y muy burguesa, con tranvías pintados de azul y blanco, he llegado al antiguo barrio judío de Cracovia. Hay una plaza central empedrada y una sensación inmediata de provincia recogida. El silencio de las calles laterales solo lo interrumpen el rumor de los neumáticos y los timbres de las bicicletas y las voces amortiguadas que salen de los cafés. Por una verja oxidada he entrado en un cementerio junto a una sinagoga del siglo XVI. Las lápidas verticales tienen muy gastadas las letras en hebreo. Sobre muchas de ellas hay como una repisa de pizarra en la que se han ido depositando piedras muy pequeñas, símbolos judíos de rememoración. En algunas tumbas muy antiguas las piedras se amontonan a puñados sobre un musgo espeso y mojado. El suelo del cementerio está cubierto por una gran acumulación mullida de hojas otoñales en la que no se oyen los pasos. Ya es casi de noche cuando voy a marcharme. La verja está cerrada con una cadena. Siempre me angustia quedarme encerrado en los sitios. Un portero muy viejo, con grandes bigotes blancos que amarillean de tabaco, viene a abrirme, haciendo sonar un gran manojo de llaves.
Hay cafés modernos y tranquilos en las calles cercanas, cafés civilizados con estanterías llenas de libros. Hay una librería en la que no he podido resistirme a entrar. He comprado una historia de la ocupación nazi en Cracovia. En la librería suena un disco de Ella Fitzgerald cantando una canción que me gusta mucho, una de esas canciones tristes y alegres del repertorio americano, Somebody Loves Me. En muchas paredes hay placas conmemorativas en hebreo, en polaco e inglés.
Ya de noche vuelvo paseando hacia la inmensa plaza central, una de las más hermosas que he visto en mi vida. En una papelería en la que hay madres y niños comprando material escolar me compro yo también un cuaderno, más que nada por tener un recuerdo práctico de Cracovia. Me acordaré de esta tarde cuando escriba en él.