Leo escuchando. Leo So What, la biografía de Miles Davis escrita por John Szwed, y de vez en cuando interrumpo la lectura para buscar en el gran archivo instantáneo de Spotify los discos que se mencionan en ella. Si estuviera en Madrid podría buscar cedés y vinilos, que me traerían en cada caso el recuerdo tangible de la época de mi vida en la que los compré, de las personas cercanas que me regalaron algunos de ellos. La memoria necesita asideros físicos. Ahora nos damos cuenta de que la música grabada en vinilo se escucha mejor porque se ve en los diseños de las amplias portadas, se toca con los dedos en las fundas interiores de papel encerado y en los filos del disco que aprendimos a sujetar con mucha cautela para no dañar los surcos. Con un buen amplificador, buenos altavoces, un plato adecuado, la música grabada en vinilo está más cerca que nunca de la escuchada en directo. Y es una felicidad para el aficionado ver la lista de los músicos en la contraportada y leer esas notas en las que tanto se aprendía sobre el proceso de la grabación.
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