El que dice no

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Hay una belleza en el gesto del que dice no, con calma y firmeza, o a veces con furia, el que dice no al enemigo o al déspota que quiere subyugarlo y también el que dice no a quienes esperaban y confiaban en que dijera sí, a los cercanos, los suyos, los que se sentirán dolidos por su inesperada negativa, incluso traicionados, los que tal vez después de haberlo nombrado hijo predilecto deciden degradarlo a hijo pródigo. Hay un no heroico que conduce con seguridad al cautiverio y a la muerte, y ese es un no que no puede exigírsele a nadie, porque nadie está en condiciones de exigir lo que no sabe si él mismo haría, aunque hay seres humanos lo bastante mezquinos para juzgar con dureza a quienes han sufrido mucho más que ellos.

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