La mirada de Rembrandt

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Los muchachos miraban los ojos tristes e irónicos de Rembrandt y yo los miraba a ellos en el momento en que encontraban esa mirada por primera vez en sus vidas. Estábamos en la Frick Collection, porque Paula Deitz, la directora de la Hudson Review, me había embarcado en un proyecto el que lleva colaborando, me cuenta, doce años, titulado Writers at School: escritores que tienen relación con la revista se encuentran con grupos de chicos de High School de barrios trabajadores. El grupo que me tocó a mí era extraordinario: chicos serios, formales, muy atentos, negros muchos de ellos, asiáticos, hijos de emigrantes hispanos, guiados por un profesor, Shawn, que les ayuda a hacer una revista en la que colaboran todos de un modo u otro.

Habían leído un ensayo mío que publicó la revista, sobre el encuentro con las miradas de los personajes en los cuadros, y sobre las vidas y las carreras paralelas de Rembrandt y Velázquez. En su origen fue una conferencia que di en el Rijksmuseum, en Amsterdam, en el verano laborioso y feliz de hace dos años(Pablo Valdivia se acordará):  On the Inner Lives of Ghosts. Primero tuve un encuentro con los estudiantes en la oficina de la revista. Y luego fuimos dando un paseo hasta la Frick, al sol de la mañana de mayo, para que vieran los cuadros sobre los que acababámos de hablar: el Jinete Polaco, el autorretrato de Rembrandt viejo, demolido por la edad y la ruina, el retrato de Felipe IV de Velázquez. También nos paramos un rato delante de otro cuadro, menos llamativo, que a mí me gusta mucho, una naturaleza muerta de Chardin. Nunca habían estado en la Frick Collection. Nunca habían visto cuadros de Rembrandt ni de Velázquez. Pocas cosas emocionan más que ver a alguien descubriendo algo que uno conoce o cree conocer muy bien. Lo familiar es nuevo de pronto: esos ojos se dilatan con el asombro de lo desconocido.

Pensé que ninguno de ellos había nacido la primera vez que yo estuve en ese museo. Quizás a alguno ese jinete del cuadro de Rembrandt le siga acompañando a lo largo de la vida como me ha acompañado a mí.

Rembrandt. El jinete polaco