El otro día escribí aquí sobre el Libro de Job y Alicia observó con mucha razón que en la Biblia también está el Cantar de los cantares: la literatura trata del dolor extremo pero también del júbilo, aunque esta otra parte quede siempre más en sombras, no se sabe si por el miedo a la apariencia de frivolidad que puede traer consigo la celebración de la alegría o porque simplemente contar la alegría es más difícil que contar el dolor, o porque al menos desde el Romanticismo lo atormentado y lo sombrío tienen más prestigio que lo claro y lo sereno. Cuando yo escribía El jinete polaco lo llené de referencias al Cantar de los cantares, y en particular a la traducción herética y perseguida de Cipriano de Valera y Casiodoro de Reina. Por primera vez sentía la necesidad de escribir no sobre la angustia o la tristeza del amor perdido sino sobre la plenitud amorosa. Habiendo tantas obras maestras que tratan del sufrimiento, el Cantar de los Cantares es una de las pocas que trata en exclusiva de la felicidad.
Me viene todo esto a la cabeza por la noticia extraordinaria que he leído hoy en el periódico, acerca de un nuevo logro asombroso en el sistema de trasplantes español. Hay muchas cosas entre nosotros que se hacen mal y está bien denunciarlas y hacer lo posible por corregirlas. Pero hay unas cuantas que se hacen bien o muy bien o extraordinariamente bien, y es muy necesario fijarse en ellas para tomar ejemplo y para levantar el ánimo, y también por un impulso de justicia, porque el trabajo bien hecho merece ser reconocido y agradecido, y porque la negación radical, que tiene tanto prestigio entre nosotros, no lleva a nada ni sirve de nada.
Un sistema de trasplantes como el español, en un mundo atroz en el que se comercia con los órganos de los pobres y de los ejecutados, implica al menos tres rasgos admirables: el carácter público de la sanidad; la máxima cualificación científica y tecnológica; la generosidad hacia los cercanos y hacia los desconocidos.
Tan importante como quejarse y pedir cuentas es agradecer y celebrar.