Ayer me llegó una alegría en el correo: un ejemplar de la traducción al inglés del Cuaderno gris de Josep Pla, hecha por Peter Bush, que conoce tan bien la literatura en castellano y en catalán, y publicada por la editorial de la New York Review of Books, con una introducción de Valentí Puig. Valentí escribió hace años, por cierto, un libro magnífico sobre Pla. La New York Review, aparte de ser una de las dos o tres mejores revistas del mundo, tiene una editorial especializada, casi heroicamente, en lo que es tan raro en Estados Unidos, las traducciones de literaturas de otras lenguas, y de literaturas minoritarias, o raras, o muy alejadas del lector en inglés. Fue en una traducción de la NYRB donde yo descubrí hace unos años Vida y destino, de Vasili Grossman, que entonces no había sido traducido de nuevo al español.
Las ediciones de la NYRB son austeras y atractivas, con un diseño más de libro de bolsillo europeo, alemán o francés, que americano. La de Pla tiene en la portada un cuadro de Torres García. No se puede pedir más: uno de mis escritores favoritos en compañía de uno de los pintores que más me gustan.
Hay un detalle poco visible, pero igual de llamativo para mí. En la página de los créditos están, uno al lado del otro, el escudo del Ministerio de Educación y Cultura de España y del Institut Ramon Llull. Me gusta el pragmatismo porque es mucho más fácil ponerse de acuerdo en los hechos concretos que en las grandes ideas. Gracias al acuerdo entre unos y otros, entre la administración central y la catalana, entre un inglés, Peter Bush, y un mallorquín, Valentí Puig, ahora puede leerse en inglés a Josep Pla.
(Y yo lo leí porque un ex falangista de Soria, Dionisio Ridruejo, desterrado en Sitges y casado con una catalana, lo tradujo al castellano en los años cincuenta.)