La misma receta

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Hace unos meses Antonio Jiménez Abarca, corresponsal de El País en Lisboa, escribió una crónica que parecía un cuento ruso: un jubilado portugués que lo había perdido todo atracaba un banco con la única finalidad de que lo llevara a la cárcel y de tener así asegurado el alojamiento y el sustento. Hoy escribe Jiménez Barca sobre los nuevos recortes que van a empobrecer todavía más a la clase media, a los empleados públicos, a los pensionistas, y que además de agravar la pobreza no van a servir para remediar la crisis, sino para aumentarla. En todas partes la misma receta, obstinada y fracasada. Los altos cargos de la política aprovechan su paso por el poder para hacer méritos desmantelando el estado y conseguir luego estupendas colocaciones en las empresas que sacan beneficio precisamente de esos despojos. Mientras tanto, maestros, profesores, funcionarios de carrera, policías, médicos de la sanidad pública, se empobrecen cada vez un poco más, y los servicios que prestan se degradan. El paso siguiente es declarar que no funcionan y que será más razonable privatizarlos, o, en la neolengua de moda en España, “externalizar la gestión”. Por la calle vemos a veces a personas mayores que buscan en la basura. Ayer una señora de aspecto digno, que según nos dijo tenía 94 años, nos pidió limosna. Uno no sabe si siente más rabia o más tristeza.