Estética del desapego

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Y si la palabra tendencia, ya plenamente abducida por el lenguaje de la moda, pudiera utilizarse con el mismo sentido en el de la literatura? Al fin y al cabo los periódicos, cada vez más inseguros, y confiando cada vez menos justo en aquello que los hace necesarios —contar y explicar el mundo con claridad y con un grado máximo de rigor— huyen como de la peste de las palabras que suenen a serio, y mezclan cada vez más la literatura con la moda, con la gastronomía, con el chisme social. Podría así decirse con soltura, y sin remordimiento, por ejemplo, que la novela histórica es tendencia, igual que, según me informan, son tendencia esta temporada los cueros y los brillos. En tiempos más severos o más sosegados los estilos artísticos y literarios se distinguían de eso que los periódicos llaman ahora estilo porque cuajaban mucho más lentamente y duraban más que un ancho de pernera de pantalón o un largo de falda. También porque eran menos unánimes. Proust, tan atento a la moda, decía que todo lo de la misma época se parece, pero esa familiaridad inevitable de lo contemporáneo tenía siempre el contrapunto de lo singular, lo raro y único de cada talento. Proust, Beethoven, Virginia Woolf, son plenamente de su tiempo, pero hay en ellos un punto de inflexión en el que ya no se parecen a nadie. Quizás por el recelo o por la evidencia de una cercanía excesiva, un escritor rara vez está en condiciones de aprender de sus estrictos coetáneos. Cuando pasan quince o veinte años uno descubre viendo fotos que iba vestido de época y no se daba cuenta, y además que muchas de las ideas y las actitudes y hasta los rasgos de estilo que le parecían más radicalmente suyos eran tan comunes como las hombreras —y tan ridículos, vistos a distancia—. Un estudioso me preguntó una vez con una mirada muy intensa cuál creía yo que era el motivo de que hubiera tantos espejos en mis primeras novelas. “Pues porque los espejos sonaban a Borges y estaban de moda”, le contesté, en un rapto de sinceridad que me dejó aliviado. Ahora le habría dicho que los espejos eran tendencia, como si en vez de para una tesis me estuvieran entrevistando para una revista de decoración.

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Coetze (por Mariusz Kubik)
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