La otra casa, los otros discos, el otro equipo de música, la otra biblioteca, las voces queridas mucho más cerca en el teléfono, el otro barrio de los recados diarios, la otra cocina con una disposición diferente en la que ahora habrá que restaurar los gestos automáticos -dónde está el café, dónde los cubiertos- , las otras ventanas desde las que se ven otras cosas, el otro cielo, la otra bicicleta,el otro sillón donde quedarse adormilado después de comer, el otro escritorio con otros tarros de lápices y otros recuerdos. Pero, sobre la otra mesa de trabajo, el portátil y los cuadernos son los mismos, y el hilo interrumpido durante menos de un día de la tarea silenciosa y obstinada de escribir se recupera invariable, lo ancla a uno de inmediato en las cosas, disipando muy rápido la agitación del viaje. Uno es lo que hace, y esté donde esté habita en lo que hace.
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