Imaginando lo que existe

Publicado el

A veces el cuerpo le pide a uno leer una novela, tan perentoriamente como le puede pedir una cerveza fresca o un plato barato y sabroso de pasta, un viaje o una caminata: una novela con varios centenares de páginas y rica en personajes y episodios, una novela en la que sumergirse varias horas al día como un buzo o un espeleólogo, una novela tren en la que acomodarse durante las travesías en metro y los tiempos en blanco que se presentan a diario en la vida; una novela que sea como una película en una sala de cine o como ese capítulo extra de una gran serie que uno se concede después de la media noche, venciendo el sueño y malogrando el sueño, sacrificándolo al sagrado impulso primitivo de saber un poco más de la historia; una novela en la que se quiere avanzar como sea y al mismo tiempo no quiere uno que se acabe; una novela, además, que no esté escrita hace mucho, que no haya sido desfibrada por generaciones de lectores y críticos, que le ofrezca a uno ese cebo y esa tentación tan poco apreciadas por los expertos, la intriga del desenlace.

Seguir leyendo en EL PAÍS (23 / 3 / 2013)

watergate0001

Antonio Muñoz Molina
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.