Música de fondo

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Me parece que en España no existe un sistema de alquiler de películas como Netflix. Pagando unos 15 dólares de cuota al mes se tiene acceso prácticamente a toda la historia del cine, incluyendo documentales y series. Las películas se eligen en la página web y se reciben en streaming o en un dvd que llega por correo, y que se devuelve cómodamente en el mismo sobre con franqueo pagado de antemano. Así hemos visto estrenos casi recientes y rarezas olvidadas del cine mudo. Ayer nos quedamos fascinados hasta después de medianoche con Uncle Vanya on  42nd St., de Louis Malle, a quien le debe uno tantas películas admirables. Puro Chejov y puro cine: un teatro abandonado en esa zona de Times Square que en la época en que se rodó la película aún conservaba parte de la mugre, el colorido y la sensación de peligro que retrató para siempre Scorsese en Taxi Driver: la luz lívida de las cafeterías que no cerraban en toda la noche, la palidez de los insomnes. Habíamos visto la película cuando se estrenó en España, hace casi 20 años. Pero no recordaba haberme fijado entonces en algo que me llama desde el principio la atención esta vez, la música que se mantiene discretamente en el fondo, que va y vuelve, un cuarteto con un saxo tenor. A Louis Malle, entre otras cosas, le debemos los aficionados a la música y al cine que le encargara a Miles Davis la banda sonora de Ascensor para el cadalso. Termina la película con el monólogo tristísimo de Sonia, y cuando aparecen los créditos la música pasa a primer plano, un jazz como de Chejov, en el que los instrumentos conversan y monologan como personajes de Chejov. Y entonces veo en los créditos que quien toca el saxo es Joshua Redman, y el pianista es Brad Meldhau. Eran muy jóvenes entonces, pero Louis Malle ya se había fijado en ellos.

El buen cine da ganas de ver más cine. Para esta noche ya tenemos prevista A Star Is Born, con la incomparable Judy Garland.