Escribí el sábado sobre Jean Michel Basquiat y Andy Warhol, y ahora me doy cuenta, no sin remordimiento, de que me olvidé de añadir algo muy importante: los dos, después de muertos, comparten el olimpo plutócrata de los precios más altos en las subastas de arte, en las cuales uno de los máximos tiburones es precisamente el galerista Larry Gagosian. Escribir sobre estas estrellas del arte contemporáneo y no mencionar la desmesura del dinero casi lo convierte a uno en comparsa menor de esos enjuagues económicos. Cuanto más crezca la leyenda -Rimbaud, la rebeldía, el malditismo, etc- más sustancioso el margen de beneficio de los intermediarios. Y todo lo demás es literatura, en el sentido menos noble de la palabra.
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