Un libro del historiador británico James Matthews me ha devuelto el recuerdo de algunos hombres mayores a los que conocí cuando era niño, a los que escuchaba intercambiar recuerdos mientras trabajaban en el campo, recogiendo aceituna o labrando la tierra, mientras yo les ayudaba a arrancar patatas, a regar la hortaliza, a guardarla en sacos o en cestos de mimbre que luego cargaríamos en los mulos para llevarla al mercado. El libro se titula Reluctant Warriors, y trata de un asunto que misteriosamente no suele aparecer en los enconados debates españoles sobre la Guerra Civil: los soldados de reemplazo que lucharon en ella, en un bando o en otro, los que estuvieron en la guerra a la fuerza y no por convicción ni por el celebrado cainismo, que gusta tanto a los partidarios de reducir la historia de España a una especie de especulación metafísica, o lo que viene a ser lo mismo, a un panfleto en blanco y negro, o en rojo y azul.
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