Quizás por la alarma sin alivio de la situación pública española leo y releo los ensayos políticos de Orwell, buscando instintivamente modelos de escritura que permitan comprender y explicar. Entre nosotros la mentira y la demagogia parecen disculpables si parece que sirven a una causa justa. Orwell se mantuvo siempre invariablemente del lado de la verdad y de la independencia de juicio. Palabras suyas escritas en la emergencia terrible de aquellos meses en los que Francia había caído y la URSS y la Alemania nazi estaban unidas por un pacto infame siguen resonando con una claridad que no debilitan los años.Orwell defendía la justicia social: también la democracia, en un tiempo en que la democracia era menos atractiva que el comunismo o el nazismo. Casi antes que nadie él comprendió que la corrupción de las palabras es un síntoma y a la vez una causa de la corrupción del pensamiento. Su defensa de la precisión en el uso del idioma era una vindicación de la necesidad de esforzarse en comprender y explicar el mundo, en no rendirse a las mentiras y a las vaguedades de la propaganda. Esta es una de las citas suyas que prefiero: “En ciertos tipos de escritura, particularmente en la crítica de arte y en la crítica de literatura, es normal encontrarse con largos pasajes que carecen casi completamente de significado”.
Aunque tampoco esta queda mal: “El lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen verdaderas y que el crimen sea respetable, y para dar una apariencia de solidez al puro aire”.
Una poética entera la resume Orwell en siete palabras: “Good prose is like a window pane”.
Es verdad: la buena prosa es como el cristal de una ventana.