Río arriba

Publicado el

Viajamos en tren el sábado por la mañana, subiendo por la orilla del Hudson, el río ensanchándose en el marco de la ventanilla, con el verde de jungla de los bosques al otro lado, tras una bruma tenue de calor que ya parece de verano. Vamos a visitar a unos amigos que viven en una casa de madera del siglo XIX en medio de un bosque. La última vez que hice este viaje estaba escribiendo una novela que tiene como hilo conductor ese trayecto en el tren río arriba. Cuando ha pasado no mucho tiempo las novelas que uno mismo ha escrito se le disuelven en la memoria y lo que queda de ellas, como máximo, son ciertos lugares, o personajes que ya no parecen pertenecer a un libro o haber sido inventados por uno. El tiempo pasa mucho más rápido para el que escribe que para el que lee. Miraba por la ventanilla del tren y me fijaba en las cosas con el alivio de no sentir la necesidad de captarlas en palabras. Los cuellos negros y curvos de los cormoranes emergiendo del agua; los troncos arrastrados por la corriente; las velas blancas de los yates. Sin estos paisajes y este tren la novela no habría existido. Ahora pertenece al pasado, y lo que yo quiero es inventar otra historia, intuirla como intuí que por esa ventana a lo largo del río iba mirando alguien que no era yo, en una vida ajena a la mía, en un tiempo anterior al de mi nacimiento.

Foto: Nordelch
Foto: Nordelch