Javier, por ejemplo

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Javier me saludó una tarde que yo andaba distraído por los expositores de la librería Three Lives –con esa buena educación que suelen mostrar los lectores cuando se acercan a uno, a la vez cordial y discreta. Me contó que llevaba muchos años viviendo en Nueva York, trabajando en publicidad; que se había matriculado este año en el master de Creative Writing de la universidad de Columbia. Quedamos para tomarnos algún día un café. Por fin nos vimos el viernes pasado, en mi querida Hungarian Pastry Shop. Yo había tenido una semana agotadora, con muchas obligaciones, idas y venidas, en esta ciudad en la que las distancias y el metro lo puede dejar a uno exhausto.

El viernes por la mañana subí al café, por la acera soleada de Broadway y luego la de Amsterdam, y me encontré con Javier. Delante de un cappucino me cuenta con más detalle su vida. Llegó a Nueva York con 21 años, en 1996, recién terminada la carrera de publicidad, con el propósito de quedarse tres meses estudiando inglés. “Era cuando aún no existía Internet”, me dice para subrayar los años que han pasado, una gran parte de su vida adulta. El tiempo se le hizo corto y la ciudad le atraía mucho. En España no tenía mucho que hacer. Encontró trabajos precarios, se fue ganando la vida aquí y allá, empezó a trabajar en una agencia, en un puesto sin relieve. Poco a poco fue mejorando. Eran años, antes del 11 de septiembre, en los que las condiciones de vida y de trabajo para un extranjero se resolvían más fácilmente. Lo ascendieron a un puesto mejor y ganó premios importantes como publicitario.

Siempre le había gustado mucho la literatura. El año pasado decidió dar un salto sin red. Tenía algunos ahorros y nadie que dependiera de él. Dejó la agencia cuando más éxito profesional estaba teniendo y se matriculó en el master de Columbia. Es tan feliz dedicándose exclusivamente a leer y a escribir que no le da miedo el futuro. Algo saldrá. Volverá a la publicidad, dará clases. Si hace falta venderá su apartamento y empezará de nuevo. Me cuenta todos los libros que tiene que leer, la disciplina y la alegría de ir a clase y de ahondar en el trabajo serio de la literatura, leer a fondo, libro tras libro, escribir  las cosas que le exigen. Comprende que su mejor material es el mismo que ha alimentado la literatura americana desde Henry Roth: la novela del emigrante que ha de empezar aquí una nueva vida; el flujo del devenir y no la suficiencia esclerótica del ser.

Nos despedimos y se marcha deprisa, con su mochila llena de cuadernos y libros. Dice que va a aprovechar lo que queda de la mañana para leer al sol en el césped del campus.

New York (Teju Cole)
New York, del álbum Kind Of Blue ( © Todos los derechos reservados Teju Cole)