La escritora hispano-mexicana-sefardí Angelina Muñiz-Hubermann me escribe para contarme que el gobierno español la ha condecorado con la orden de Isabel la Católica. No se le escapa, claro, la ironía de recibir un premio que lleva el nombre de la reina que condenó a destierro exterior e interior a sus antepasados. Yo le digo que no son los premios los que honran a las personas que los reciben: son las personas las que premian a los premios, o no. Todo depende. El premio Cervantes no honró a Juan Carlos Onetti o a Miguel Delibes, por poner dos ejemplos que me son muy queridos. Onetti y Delibes honraron y esclarecieron al premio Cervantes.
Angelina me manda el breve texto que leyó en el acto oficial de la condecoración, que le sería impuesta en la embajada española en México, imagino. Me conmueve el poema anónimo sefardí en elogio de la lengua española que recitó al final:
A ti lingua santa
a ti te adoro
más que toda plata
más que todo oro.
Tú sos la más linda
de todo lenguaje,
a ti dan las ciencias
todo el avantaje.
Con ti nos rogamos
al Dio de la altura,
padrón del universo
y de la natura.
Si mi pueblo santo
él fue captivado
con ti mi querida
él fue consolado.