Si hay algo que debería ser sagrado en la democracia española, que ha sufrido tanto a causa del terrorismo, debería ser la memoria de las víctimas y el dolor y la dignidad de los supervivientes. Cuando Elvira me enseñó la columna que acababa de escribir sobre el asunto me sentí confortado, explicado, como se siente uno al leer algo en lo que se reconoce palabra por palabra.