Leemos un libro cada semana. Un estudiante se encarga de preparar una presentación. Pido que se intente leer todo lo que hay en el libro, pero solo lo que hay en él: que se preste atención a la escritura, a la forma, a la manera en que empieza y a la que termina, a la elección del título. También que se considere el origen y la historia del texto, el modo en que fue leído por sus contemporáneos. El estudiante que hace la presentación ha de leer en voz alta la página que más le ha impresionado. Los demás han de escoger cada uno un pasaje y leerlo también en voz alta. La lectura solitaria se convierte así en ejercicio común: al contrastar lo que cada uno ha elegido y el motivo que da se llega a intuir la plasticidad honda de cada libro, que es siempre el mismo y es parcialmente distinto para cada lector. No lee igual un profesor de Filosofía que un médico o que una antropóloga o un periodista o una actriz, por mencionar algunos de los oficios de los que vienen los que participan en la clase. El aprendizaje surge en gran medida de contrastar las lecturas diversas.
Hemos leído, hasta ahora: los Naufragios, de Cabeza de Vaca, el Spleen de París, de Baudelaire, My Stroke of Insight(Mi ataque de lucidez), de Jill Taylor, Hiroshima, de John Hersey.
Tenemos trabajo por delante: Dora Bruder, de Patrick Modiano, El dolor, de Marguerite Duras, Una habitación propia, de Virginia Woolf, Prosas apátridas, de Julio Ramón Ribeyro, El adversario, de Emmanuel Carrère, Los hundidos y los salvados, de Primo Levi, Diario 1984-89, de Sandor Márai, El secreto de Joe Gould, de Joseph Mitchell, las Cartas a Milena, de Kafka. Y como lectura general para reflexionar sobre los límites y las afinidades entre la ficción y la no ficción usamos Reality Hunger, de David Shields. Los libros se pueden leer en su idioma original o traducidos: comparar el original con una traducción puede ser muy útil, o comparar dos traducciones distintas.
Y después de cada clase propongo que el libro se lea por segunda vez, como una música a la que se vuelve cuando se ha adquirido un cierto grado de familiaridad con ella.