Vigilantes nocturnos

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Cuántas historias posibles. Cuántas maneras de contarlas. Y qué poca necesidad de inventar cuando se reconoce que muchas de las mejores historias no las ha inventado nadie, y que lo que hace falta no es urdir un argumento para imponerlo como una rejilla o un molde sobre el desorden de los hechos sino encontrar el tono, el lugar desde el que se inicia el relato, la conexión íntima entre el narrador y la historia. En The New York Times leo la crítica de un documental que acaba de estrenarse en un pequeño cine del Village y que estará en cartel solo una semana y comprendo casi instintivamente que tengo que ir a verlo. Me ha llamado la atención la foto que ilustra la crítica, casi un rectángulo en negro en el que poco a poco se discierne un tejado de Nueva York coronado por un depósito de agua, perfilado contra un cielo nocturno en el que hay unas pocas estrellas.

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Seguir leyendo en EL PAÍS (28 / 1 / 2012)