Hipertrofia hispánica de la palabrería. La tradición verbosa de los leguleyos y los predicadores eclesiásticos, el idioma reducido a un mareo y a una catarata acústica. Oratoria selvática. Proliferaciones como de retablo barroco dorado de purpurina. Hablar por hablar. Hablar para que no hablen otros. Mantener, como Fidel Castro, un monólogo de medio siglo frente a una multitud obligada al silencio y al aplauso.Engolfarse a la manera de Cantinflas, en un sinsentido infeccioso(aunque Cantinflas tenía la nobleza de la parodia y la picaresca) Pedro P., un amigo venezolano de carácter bondadoso e irónico que se ha ido quedando poco a poco sin país en los últimos años, me cuenta la duración del último discurso del presidente Hugo Chaves, delante del parlamento, y en transmisión obligatoria y en directo por todas las cadenas de tv y radio del país: nueve horas y media.
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