Salir del cine

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El cine, en el mejor de los casos, no es solo ver una película. Es salir de casa con una ilusión insegura, tomar el metro, acercarse a la taquilla y a las luces de las carteleras, entrar en la sala, sumergirse en la penumbra. Ir al cine es la única manera de dedicarse exclusivamente a ver una película, igual que ir a un concierto lo aísla a uno de todo lo que no sea escuchar y ver la música.

Ir al cine es salir luego del cine y dar un paseo de vuelta comentando la película, o tomar algo en un sitio cercano y hablar de ella, con una cena ligera y un vaso de vino.

Hablábamos esta noche de la película iraní que acabamos de ver, Una separación. Llevaba razón Víctor Erice cuando decía que en el cine siempre tiene que haber algo de documental: nos gustan estas películas en las que averiguamos cómo vive la gente, cómo son sus casas, sus escaleras de vecinos, sus atascos de tráfico, sus oficinas. Lo que atrae de Una separación es lo distinto que resulta todo y a la vez lo cercano: esas mujeres llevan chadores o velos pero parecen mujeres mediterráneas de ahora mismo; esos pisos estrechos y más bien abarrotados de tantas cosas que se van acumulando son como pisos españoles; y también la cercanía a la familia y el agobio de la familia.

Y con qué sutileza está explicada la opresión religiosa y política: la vigilancia exterior y el remordimiento y la culpa que convierten a cualquiera en policía y en inquisidor de sí mismo; y esa masculinidad cecijunta, bronca, barbuda, que envuelve a esas mujeres tan bellas y tan inteligentes en ropones punitivos. Cada plano es de una cercanía angustiosa; las personas se mueven con dificultad en esos lugares tan desolados y tan angostos. Hasta hay quien llama a un teléfono de urgencias religiosas para saber si algo es pecado o no es pecado. Y todo ese oscurantismo sucede en un mundo perfectamente moderno, con teléfonos móviles, con gasolineras y autopistas, con gente que se divorcia y pelea por la custodia de los hijos. El agobio de la trama es la telaraña de una tiranía que está omnipresente y de la que no se dice nada.