Paseo bajo el diluvio, en un par de horas sin obligaciones. Se empapan los bajos del pantalón y los zapatos, a pesar del paraguas, pero vale la pena. Sigo los consejos: la rue des Écoles, la librería La Compagnie, donde había estado otras veces, aunque no me acordaba. El éxtasis de una abundancia ordenada. La admirable tradición francesa de los libros de bolsillo: la literatura universal en ediciones críticas de primera calidad y con diseños siempre seductores. Compro Le Spleen de Paris de Baudelaire, que es uno de los libros que más me han influido en mi manera de escribir y de mirar, y el tercer tomo de los Carnets de Camus: la literatura a rachas, el amor por el boceto rápido, los espacios en blanco, la escritura aluvial. Tenía un compromiso para almorzar pero me llaman porque el periodista ha tenido un contratiempo de última hora. Así me encuentro con otro regalo de tiempo. En la brasserie Le Balzar, que está enfrente de la librería, me tomo un confit de canard y un vaso de vino, mirando la lluvia, leyendo fragmentos de Camus. Una imaginación libre en una época de conciencias cautivas. Me emociona leer que tuvo el propósito de traducir el Juan de Mariena de Machado.
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