Quizás porque me gano la vida con las palabras y las ficciones habrá algo de resentimiento en mis interés por el el ya célebre Instituto Nóos, que al parecer obtenía sus estupendos beneficios gracias sobre todo al comercio de palabras, y de ciertas ficciones a las que mi imaginación limitada no habría llegado nunca, como esa etapa quimérica del Tour de Francia que habría de pasar por Mallorca, y que aun sin llegar a existir dejó a este instituto sin ánimo de lucro lo que un paisano mío habría llamado con justicia “pingües beneficios”. En Estados Unidos hay una expresión para nombrar a los vendedores de humo, a los estafadores verbales: Snake oil salesmen. Viajantes de aceite de serpiente. Cada día busco en el periódico ejemplos de la prosa del Instituto Nóos, gracias al cual el término “sin ánimo de lucro” ha cobrado -nunca mejor dicho- una nueva dimensión, y mi fascinación lingüística se mezcla, como decía antes, al resentimiento. Eso sí que es un éxito literario. El aceite de serpiente, vendido por ese gran viajante verbal que es el Duque de Palma, sale más caro que el caviar iraní.
Prosa poética: “Su misión( del citado instituto) es realizar investigaciones de interés general sobre los procesos de formulación e implementación de las estrategias de patrocinio, mecenazgo y responsabilidad”. Hay variantes de interés para filólogos: “realizar investigaciones sobre el papel de la inteligencia de mercado en la competitividad de las empresas, así como servir de punto de encuentro entre los profesionales de esta disciplina”. O mejor todavía: “Impulsar programas de investigación especializados en una temática concreta”.
En ese mundo la gente se mueve por instituciones llamadas Valencia Business Bureau y cobra millones por organizar acontecimientos fabulosos titulados Valencia Summit. Qué maravilla. La Cumbre de Valencia. La cumbre encaramada en el cuerno más alto de un edificio de Calatrava. “Trabajo en la Valencia Business Bureau, ¿ y tú?” “Me han contratado en la Valencia Summit para impulsar programas de investigación especializados en una temática concreta”. “Pues lo mío son los procesos de formulación e implementación de las estrategias de patrocinio…” Pero lo mejor de todo es esa imagen de la carrera ciclista, “la serpiente multicolor”, por citar de nuevo a mi paisano, echándose al vuelo desde una curva sobre los acantilados de la Costa Azul, pedaleando sobre el horizonte del Mediterráneo hasta llegar a Mallorca. ¿Quién pone precio a los sueños?