En los últimos días en Madrid y durante la espera y el retraso y el vuelo, que me tuvieron de viaje un día entero, no he podido dejar los dos libros que tenía conmigo, alternándolos, prolongando la lectura de manera enfermiza, hasta que me mareaba, completamente embebido al mismo tiempo en los dos. Dos diarios, escritos simultáneamente, tan ajenos entre sí que parece increíble que retraten la misma época, la ocupación alemana de Francia. El Journal 1939/1945 de Drieu La Rochelle y el Journal des années noires de Jean Guéhenno. El uno una especie de fascista enfurecido y místico, el otro un racionalista ilustrado, Drieu colaboracionista y al mismo tiempo lleno de rencor hacia los alemanes y hacia sus compatriotas franceses y hacia todo, Ghéhenno un profesor de Instituto que en medio de la calamidad sigue creyendo en el valor de la razón y escribe para sí mismo y en secreto. Drieu no se fija en nada más que en sus propias obsesiones. Ghéhenno hace una crónica muy detallada de la textura de lo cotidiano durante la Ocupación. Según avanzo en la lectura uno ve acercarse un final apocalíptico que lo arrastrará también a él, el otro va reconstruyendo meticulosamente la esperanza. La literatura es una máquina del tiempo. El vuelo sobre el Atlántico lo pasé entero en el París ocupado por los alemanes. Solo en los diarios tiene uno la sensación de tocar un presente lejano, de habitar del todo en él.
