Algunas veces en mi vida me ha sucedido sentirme en un lugar de novela. No de una novela ya escrita, sino por escribir, una novela todavía inexistente que de pronto se me revelaba al encontrarme en un cierto lugar. Me sucedió hace muchísimos años, cuando entré por primera vez y por pura casualidad en un palacio de Úbeda, en la plaza de San Pedro, que se llamaba de los Orozco. Yo había empezado una novela que no se llamaba todavía Beatus Ille y que transcurría en un pequeño hotel. Al entrar en el patio de columnas blancas pintadas de hierro de ese palacio que llevaba viendo por fuera desde que era niño intuí que ese era el lugar en el que tendría que suceder mi novela. Eso me forzó a cambiar el argumento: el hombre joven que llegaba a Mágina tenía que estar emparentado con el dueño de la casa para tener acceso a ella, y a la historia que se escondía en sus habitaciones.
Me ocurrió en un local nocturno de Barcelona, a mediados de los ochenta, que se llamaba Otto Zutz, y que parecía el decorado de una película expresionista. Con variaciones sustanciales lo convertí después en el club Burma de El invierno en Lisboa. Y fue igual cuando viajé por primera vez en tren a Bard College, río Hudson arriba, y me encontré solo en una casa de invitados con muchas habitaciones en la que yo era el único huésped esa noche en la que hubo una gran tormenta.
Ayer por la tarde mis eficaces anfitriones de la editorial DVA me recogieron en la estación de Munich y me trajeron a este lugar, en el que al fin he podido descansar un día entero, en una habitación con un gran ventanal que da a una montaña a medias velada por la niebla, el Schloss Elmau, el castillo Elmau. El silencio tiene una cualidad submarina. Punteando las laderas verdes se ven de lejos manchas blancas de rebaños de ovejas. El sonido de las esquilas viaja intacto a través de la distancia.Los abetos forman bosques como de torres de catedrales góticas. Frente a la ventana hay una tumbona que me hace acordarme de aquella en la que reposaba Hans Castorp en su sanatorio de La montaña mágica. Es como encontrarse tan lejos del mundo como en La montaña mágica. En alguna parte de este lugar hay una historia.