Berlín: unas horas

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En Berlín cada árbol tiene un número. Hay cientos de millares de ellos. Acentúan la horizontalidad de las calles y forman parques espesos como bosques enmedio de la ciudad. Miro con envidia esas espesuras verdes por la ventanilla de un coche. El edificio donde doy mi lectura es una maravilla de estilo Bauhaus que fue la sede del teatro de Erwin Piscator. Los árboles resaltan la pureza de líneas de la arquitectura. Una escalera visible desde la calle a través de un muro de vidrio parece un poema visual.

La avenida Unter der Linden, la puerta de Brandenburgo, el Reichstag, oprimen el corazón en la mañana fresca y luminosa. Edificios de cristal al fondo de extensiones de césped. Debajo del césped no es difícil imaginar las ruinas de la ciudad arrasada por las bombas. El pasado visible e invisible en el presente. El memorial truculento a los soldados soviéticos, rodeado de viejos carros de combate, dejado intacto después de la unificación, con muy buen criterio. Me señalan una línea blanca que transcurre junto a una acera por la que camina mucha gente: ese es el trazado del Muro. Ahora cuesta imaginar que existiera. Pero más difícil era imaginar hace no mucho más de veinte años que pudiera dejar de existir.

Berlin Tiergarten
Berlin Tiergarten (por Beedubz)