Lo que casi no han sabido contar en España la novela ni el cine lo ha ido contando durante más de treinta años Cristina García Rodero con su cámara fotográfica. Las novelas españolas, como las películas españolas, tienden a situarse en un presente sin pasado o en un pasado sin presente. Hay películas de un juvenilismo tan extremo que roza la lobotomía, o bien que suceden en una posguerra entre tenebrosa e idílica, en la que siempre hay niños sobrecogidos y callados y adultos que murmuran a causa de su condición de vencidos o que exhiben con grotesca simpleza su condición de vencedores. Entre el país de unas películas y el de las otras parece que no hubiera ninguna conexión.
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