Me voy a Roma, con Elvira, unos días. A tomar helados y pasta, y a ver caravaggios. Mañana, en la Academia española, un compositor italiano estrena una obra inspirada en Sefarad. En los momentos anteriores a un viaje en avión el arrepentimiento se me instala como una congoja en el estómago. Tanto viajar, siendo tan sendentario. Tanto trabajar, siendo tan perezoso.
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