Gracias a la mediación eficiente y lejana de nuestra amiga Elena Borderías, que toca el violín en la Orquesta Nacional, hemos podido asistir de muy cerca en Carnegie Hall al concierto del Bach Collegium Japan, dirigido por Masaaki Suzuki, tocando y cantando con sereno poderío y con una trasparencia como de vitral gótico en las voces y los instrumentos la Misa en si menor de Bach. El preludio de la música ha sido un minuto de puro silencio en memoria de las víctimas del terremoto y el tsunami de Japón.La repetición incesante del Kirie Eleison en el arranque de la misa iba más allá de la petición de misericordia a un Dios en el que se puede o no creer: era un reconocimiento de la fragilidad humana ante la desgracia, una afirmación de la vida y del consuelo supremo de la música.Otras interpretaciones resaltan la energía maciza de las voces unánimes: en la de esta noche había sobre todo severidad y dulzura. Bach comprendido a través de la contemplación budista. Con el teatro puesto en pie el aplauso final no se acababa nunca.
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