Teju Cole es un fotógrafo y estudioso de la Historia del Arte que tiene poco más de treinta años y que ha escrito una novela que me habría gustado escribir a mí. Había leído una reseña atenta y elogiosa en el suplemento de libros de The New York Times, pero aunque no hubiera sabido nada de ella la novela habría llamado mi atención en los escaparates o en los expositores de alguna de esas librerías de Manhattan en las que se respira la atmósfera de recogimiento, de búsqueda y hallazgo sin la cual no es posible la literatura. Open City, dicen unas letras algo desvaídas en rojo sobre un fondo amarillo, como si la lluvia hubiera hecho correrse un poco la tinta. El libro tiene un tamaño justo, que parece reclamar el gesto de las manos que lo sostendrán abierto. En la solapa viene una foto del autor, que hasta ahora no había publicado casi nada: un negro joven, de perfil, con una gorra de visera, parte de la cara iluminada por el sol y el resto en una sombra que no se sabe si es también la de la barba. La biografía es sucinta: Teju Cole se crió en Nigeria y llegó a Estados Unidos en 1992.
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