Domingo

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Domingo por la noche, después de trabajar. Como ya no tengo la tensión del artículo, que requiere silencio, me he puesto música: Ravel, obras para piano solo. Dice Alex Ross en The Rest Is Noise –absurdamente titulado en español “El ruido del siglo”- que Ravel se las arregló para revolucionar por dentro la música sin agitar la superficie. Le gustaba mucho la música americana: admiró a Gershwin cuando en Estados Unidos los guardianes de la alta música y de la alta cultura lo miraban con condescendencia; su sonata para violín y piano tiene un tiempo intermedio que se titula Blues , y que yo no me canso de escuchar. También le gustaban mucho los artefactos mecánicos, y parece que no hay noticia de que tuviera nunca algún interés sentimental.

Pero no era de Ravel de quien yo pensaba escribir. En realidad no tenía ningún propósito, sólo una actitud, la de haber trabajado. He escrito sobre la exposición de collages de guitarras de Picasso en el MoMA, que vi el otro día, y que es prodigiosa. Uno da por supuesto a Picasso y el cubismo y entra en esa sala y ve los papeles recortados y las guitarras de papel y trozos de hilo o de láminas de metal y alambres y queda estremecido. Con residuos, con recortes, con trozos de periódico o de papel de embalar, con cordones de zapato, Picasso hizo maravillas que siguen siendo chocantes y temerarias un siglo después, y a la vez siguen siendo humildes: con estos desechos he creado arte, parece decirnos, sonriendo, pero aun así son desechos, y está bien que lo sean. Como cuando juntó un manillar y un sillín de dos bicicletas descabaladas y los convertió en una cabeza de toro mitológico. Como cuando John Cage introducía lápices o gomas de borrar o trozos de madera o tornillos entre las cuerdas de un piano y el sonido adquiría la novedad de una revelación. Lo cotidiano y lo sin valor exaltado a la categoría de gran arte: y el arte que sabe hacer burla de sí mismo, y reconocer que está hecho con los materiales de todos los días, igual que el corazón de la literatura está hecho del habla y de las historias vulgares que le suceden a cualquiera.