Lecturas de domingo

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Sin quitarse las gafas de leer Elvira alza los ojos por encima de las últimas páginas del libro en el que lleva días sumergida, Brooklyn, de Colm Tóibín, que le ha gustado tanto a Coradino Vega, y creo que a cualquiera que ame la literatura como relato del mundo: “¿Y ahora qué hago yo”, dice Elvira, “cuando termine esta novela?”

Mientras tanto yo leo la columna semanal de mi querido William Chislett, tan llena de claridad, sensatez y cifras, y me queda una tristeza que esta vez la lejanía no mitiga:

http://www.elimparcial.es/sociedad/un-tunisami-para-espana-78759.html#

Y pienso en tantos amigos jóvenes y muy cualificados, que andan por esta ciudad y por el mundo, y que aunque quisieran no pueden regresar. También en tanta gente que se marcharía si pudiera, que sabe que por mucho que se esfuerce no va a encontrar un trabajo serio y más o menos seguro, o que tiene más de cincuenta años y sabe que no lo encontrará por mucha experiencia y mucho mérito que haya acumulado en la vida. Qué país puede permitirse ese lujo.