Cuarenta y nueve

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Cumpleaños de Elvira, que llegó anoche de Madrid con Lolita, las dos igual de despiertas y de un poco aturdidas después de tantas horas viaje. Cuarenta y nueve años como cuarenta y nueve soles. Hace 20 que lo celebramos por primera vez. Para mí una de las mejores sorpresas de la vida ha sido descubrir que en ciertas pasiones la intensidad y la duración son no solo compatibles, sino complementarias. Algunas cosas son más intensas cuanto más duran. A la amistad y al oficio de la literatura les pasan lo mismo. Yo sé que en España no es de buen tono mostrar abiertamente sentimientos que no sean negativos, pero me da lo mismo. Me gusta atestiguar lo que admiro y lo que amo.

Nos hemos puesto de punta en blanco y nos hemos ido a cenar al Four Seasons, en el antiguo edificio Seagram, de Mies van der Rohe, el primer rascacielos moderno de Park Avenue: en términos de clasicismo, este edificio, por fuera y por dentro, es al siglo XX lo que es el Partenón al siglo V antes de Cristo. Un día es un día. Aquí almorzaba a diario Philip Johnson, que fue asistente de Mies. Nos hemos bebido una botella de borgoña entre los dos con la cena y nos hemos hecho fotos el uno al otro y luego una americana que estaba bastante borracha se ha ofrecido a tomarnos unas fotos juntos. Teníamos miedo de que la cámara se le cayera al suelo o que salieran las fotos movidas.