Abrí los ojos en la oscuridad y los números rojos del reloj en la mesa de noche marcaban las cuatro de la mañana. Yo creo que me había despertado la hondura del silencio. Me asomé a la ventana y estaba cayendo una nieve muy tupida que ya cubría los coches aparcados. Me quedé mucho rato en la cama mirando la nieve contra los cristales. Volví a dormirme y cuando me desperté , a las ocho,brillaba un sol deslumbrante. Por un momento me pareció que había soñado la nevada de la noche.
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