Otra literatura

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En McNally Jackson, curioseando por las estanterías, encontré una novela gráfica que me atrajo con esa seducción inmediata con la que parece reclamarnos a veces un libro del que no sabemos nada: Stitches, de David Small. Miguel, que es un erudito en estas cosas, seguro que la conoce. Stitches son “puntos de sutura”: lo que se cuenta en el libro son los recuerdos de la infancia y de la dolorosa maduración de su propio autor, que ha escrito y dibujado una confesión muy llena de amargura, y también de compasión y melancolía por los silencios familiares que tardaron demasiado en romperse. Parece mentira que con tan pocas palabras, con viñetas en blanco y negro, se pueda contar una vida entera, calar tan hondo en ella. Small maneja con igual talento la línea rápida del dibujo y la mancha aguada de tinta que extiende sobre el papel las sombras del miedo, las de los insomnios infantiles, la negrura del recuerdo. Durante páginas enteras, de viñeta en viñeta, la historia avanza sin ninguna palabra. A veces una página es una gran mancha negra en la que hay un solo nombre, una frase muy breve: Detroit, o I was six.

Qué arte tan misterioso, la historieta, la novela gráfica: qué forma de literatura, tan cercana a la compresión de la poesía. A lo que más se parece tal vez es a esas pinturas japonesas o china en las que los caracteres de un poema se funden con un paisaje, y en los que la lectura, para quien pueda comprenderlos, será inseparable de la pura experiencia visual.