A lo largo del tubo articulado de los vagones del metro una mariposa de alas amarillas vuela sobre las cabezas de los viajeros ensimismados, que no advierten su presencia. El tren se detiene y las puertas se abren justo cuando la mariposa pasaba a su lado y parece que ella también tenía previsto bajarse en la Avenida de América, atareada y veloz sobre las cabezas que no se alzan para verla.
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