Cerca de la música

Publicado el

He salido del metro en el frío estimulante del anochecer de diciembre. He subido las escaleras con esa energía en los talones que solo siento cuando voy a escuchar música. Podía estar llegando a uno de esos clubes de jazz en los que se resume mi nostalgia atenuada y persistente de Nueva York. Hay una cola de aficionados impacientes que se refugian del frío cruzando una puerta giratoria. Podría estar esperando en la entrada inhóspita de un club en invierno, pero he salido del metro en la glorieta de Bilbao de Madrid y donde espero es en la entrada del Café Comercial, renacido lujosamente después de lo que a muchos nos pareció un eclipse sin remedio. En las puertas de los clubes los aficionados se reconocen entre sí por las pintas, y algunas veces hasta se saludan. La gente que espera a la entrada del Comercial muestra una alentadora diversidad de edades y apariencias, pero tiene algo difuso en común que los identifica como aficionados a la música, aficionados de a pie y sin ceremonia, sin exhibicionismo social, muy parecidos a los que esperan a la puerta del Village Vanguard o Smoke, donde tantas veces yo mismo he hecho cola con felicidad e impaciencia. Nos conocemos sin conocernos, aunque algunas veces nos conocemos de verdad y nos saludamos. Esperando esta noche a la puerta del Comercial me encuentro con Cibrán Sierra, violinista del Cuarteto Quiroga, y autor de un libro educativo y luminoso sobre ese formato musical. Cibrán es un hombre entusiasta que ama apasionadamente su oficio y le dedica su vida entera. Dedicándome yo a uno en el que no cuesta mucho fingir el talento o el esfuerzo, mi admiración por la disciplina inflexible y la entrega de los músicos es todavía más acentuada. Tocar en un cuarteto de cuerda exige una precisión de neurocirugía.

[…]

Seguir leyendo en EL PAIS (15/12/2018)