Héroes de la fe

Publicado el

Parece que el éxito de la religión cristiana en sus primeros siglos tuvo algo que ver con la habilidad para obrar milagros que poseían muchos de sus predicadores y sus mártires. El apóstol san Pedro, aparte de resucitar a muertos, de devolver la vista a ciegos y el movimiento a tullidos con solo el roce de su sombra, resucitó también en una ocasión a un atún ahumado. Un perro, bendecido por él, rompió a hablar como un ser humano. A un judío lo dejó ciego en castigo por negarse a ver la verdad de la nueva fe. El apóstol san Juan, al acostarse en una posada en una cama llena de pulgas, les ordenó a éstas que lo dejaran dormir durante toda la noche, y descansar así de la fatiga de su ministerio, y a la mañana siguiente las hizo formar en fila y no moverse hasta que él no hubiera salido de la habitación. Cada milagro traía consigo un aluvión de conversiones fervorosas.

Seguir leyendo en EL PAIS (19/03/2018)