Qué puede hacerse ahora

Publicado el

Si hay algo urgente ahora es no hacer ni decir nada que contribuya en algún grado al envenenamiento de la vida pública o que lo vuelva a uno cómplice de quienes cultivan activamente su toxicidad. Es muy limitado lo que una persona templada, con vocación democrática, con ambiciones de progreso social, puede hacer en estos tiempos, más allá del ámbito de sus tareas privadas. Es difícil saber qué puede cada uno hacer, así que al menos está bien empezar por lo que puede no hacer, a la manera budista o hipocrática, con el propósito en apariencia limitado, pero en el fondo radical, de “no hacer daño”: no añadir un exabrupto, una mentira, una tergiversación más. Nuestras capacidades prácticas de influencia son escasas, pero una de ellas está del todo bajo nuestro control, con un poco de esfuerzo: no rendirse al abatimiento político, que conduce al fatalismo y, por tanto, a la capitulación; no dejarse llevar, en el cacareo incesante de la charlatanería política, y en la farsa y el circo de sus peores personajes, por el impulso de una descalificación general, un encogerse de hombros entre desganado y cínico: “Todos son iguales”.

SEGUIR LEYENDO >>