Había un temblor de vísperas, la sensación de estar viviendo en los días anteriores a algo; algo que no se sabía lo que era, pero que ya pesaba sobre el presente, de una manera invisible, algo que marcaría una cesura en el tiempo, esos días y horas que adquieren de pronto el aire fotográfico de lo que se recordará, lo que se ve años más tarde en los documentales: gente vestida de época por las aceras, sentada en las terrazas, inconsciente del anacronismo de sus indumentarias, del aire arqueológico de los sombreros que llevan las mujeres y de los coches que pasan, modelos futuros de museo.
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