En la caminata matinal del domingo por la orilla del Hudson distingo a lo lejos una va mancha amarilla en las copas de tres árboles agrupados en los que me fijo siempre al pasar. Son sauces, y el amarillo, un matiz impreciso de color, es el de las largas vainas que acaban de brotarles a las ramas. Una vecina con la que casi nunca he hablado se me queda sonriendo cuando vuelvo de la caminata y me dice: “Acabo de ver en el parque unos brotes de tulipanes”. Le digo que yo he visto esos tres sauces y me pide indicaciones exactas para ir a comprobarlo cuanto antes, con uan expectación acentuada por el invierno tan largo.
Y al hilo de esas novedades se me ocurre un cargo municipal modesto, aunque también superfluo, que creo necesario instituir: Inspector de los Primeros Síntomas de los Cambios de Estación(IPSCE). Es un puesto ideal para holgazanes. Requerirá un uniforme como de aquellos guardas antiguos que les llamaban la atención a las parejas que se propasaban en los parques: un cuaderno, tal vez una cámara de fotos, un Iphone. El inspector andará por ahí vigiando los primeros síntomas de las estaciones: ese brote apuntando entre la tierra oscura y las hojas aplastadas del otoño pasado, esa primera hoja que en septiembre se ponga rojiza. Tendrá que presentar informes rigurosos, que serán puntualmente archivados e ignorados por sus superiores administrativos. Dado el sosiego de su tarea, no se le reconocerá el derecho a la jubilación anticipada.