Todos los valientes

Publicado el

En esta época de permanente exhibición pública del verbo follar, incluso en medios antes tan comedidos como este, y de celebración de los órganos genitales de uno y otro sexo, o género, o como haya que decirlo ahora, estoy esperando el momento en que alguien dé un paso al frente y alabe sin eufemismos el tamaño y la potencia de los atributos del rey Felipe VI. Cabe suponerlos muy superiores a los del presidente del Gobierno, que en virtud sin duda de la pobre dotación de los suyos salió huyendo protegido por los paraguas de los escoltas —”como una rata”, dicen algunos estilistas del columnismo—, mientras el Rey, “el rubio alto”, en palabras de mi colega Arturo Pérez-Reverte, aguantaba a cuerpo limpio la furia de los ciudadanos todavía envueltos en barro y azotados por la desgracia. He observado que de la valentía de la reina Letizia se habla mucho menos, quizás porque, careciendo de la prestigiosa anatomía masculina, su coraje no llega a esas alturas épicas exclusivas de quien esté marcado “por varón en la ingle con un fruto”, como en el soneto taurino y ya tristemente rancio de Miguel Hernández.

SEGUIR LEYENDO >>