La muerte por teléfono

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No hay día en que no se nos instruya pastoralmente sobre alguna nueva ventaja de la inteligencia artificial. Gracias a ella, se ha sabido hace poco, el ejército israelí (que no se llama ejército, sino “Fuerzas de Defensa”) ha desarrollado unos algoritmos que permiten determinar el número de víctimas inocentes (“daños colaterales”) que es lícito provocar cuando se atenta contra un enemigo señalado: no más de 100. Hace poco, un misil israelí destruyó un edificio entero en una de esas zonas que las propias Fuerzas de Defensa señalan como seguras para los refugiados. Era un “ataque de precisión” en el que, al parecer, mataron a un dirigente de Hamás, así como a otras 90 personas de las que no se sabe que tuvieran culpa de nada, aparte de su desdichada condición de palestinas. Que fueran solo 90 quizás es una prueba de la mesura de los algoritmos, y también un ejemplo de lo que llama el Gobierno israelí “respuesta proporcionada”.

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