oda la vida leyendo novelas y he tenido que llegar a los 65 años para leer por vez primera Middlemarch. Lo peor de los prejuicios es que uno no sabe que los tiene. ¿Y si he tardado tantos años en leer esa novela incomparable porque su autora fue una mujer? Tampoco he leído nada, para mi vergüenza, de Emilia Pardo Bazán. Me disculpo diciéndome que leo y he leído muchos otros libros escritos por mujeres; y también que hay obras maestras de autores masculinos que nunca he leído: ni una sola de Émile Zola, a quien mi inolvidable amigo Thomas Mermall veneraba, y casi ninguna de Dostoievski, salvo Crimen y castigo y El jugador, las dos leídas hace muchos años. Bien es verdad que he empezado varias veces Los hermanos Karamazov, sin haber llegado nunca más allá de las 100 primeras páginas. “Hay tanta música buena que no queda tiempo para escuchar música mala”, parece que decía Robert Schumann.
Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.